Continuación de las partes 1, 2 y 3.
No nos engañemos. No somos mejores que otros pueblos. Al igual que los habitantes de otras naciones, tenemos aproximadamente las mismas virtudes y los mismos defectos que ellos, porque como ellos, somos seres humanos. Pero a diferencia de otros pueblos, nos creemos superiores, casi perfectos, que así estamos bien, que otros pueblos nos envidian, y que por lo tanto no necesitamos cambiar.
Urge desmitificar nuestra realidad. Urge vernos cual somos. En psicología se afirma que para que una persona pueda cambiar para bien, primero debe conocerse, quitarse la venda de los ojos, porque mientras se crea quien no es, no va a querer ni a poder cambiar. Si eres violento, necesitas darte cuenta, y a continuación dar los pasos necesarios para cambiar. Si eres alcohólico, necesitar aceptarlo, antes de cambiar. Si tienes un complejo, necesitas estar plenamente consciente de éste, si es que quieres cambiar. Como nación es igual.
Necesitamos conocer nuestra realidad para crecer como personas, como pueblo, como nación. No podemos andar por la vida pensando que la culpa de nuestra situación es de otros, y que somos perfectos, y que sólo la mala suerte y el mal gobierno nos han hecho no ser prósperos, ricos.
Pero mientras de niños nos sigan haciendo creer en un pasado glorioso, en nuestra mala suerte, y en que somos un pueblo maravilloso, no vamos a querer ni a poder cambiar.
El meollo del asunto es que este mito del mexicano dueño de un pasado glorioso, una historia muy rica, héroes admirables, un pueblo unido en la lucha contra el opresor, un partido político tricolor que ve por el bien del pueblo y que sí lo entiende, un territorio rico que nos asegura riqueza a los mexicanos a menos que caigamos en las garras de nuestros enemigos internos y externos, enemigos que siempre nos han tenido envidia y nos quieren quitar nuestra riqueza, un pueblo amistoso, trabajador, hospitalario, noble y con valores sólidos, una Constitución maravillosa que reivindica nuestros derechos contra los poderosos, unos sindicatos que ven por nosotros, etc., etc., etc., mitos sobre mitos sobre mitos, todo ese sistema de mentiras, y tremendas exageraciones fue inventado desde el Gobierno, un Gobierno que con la ayuda de intelectuales y artistas, creó este sistema para que el mexicano se sienta superior, a la vez que lo hunde en la ignorancia a través de las mentiras, y creó este sistema a través de una educación pésima con énfasis en el memorizar, y en la cual al niño se le desincentiva a comprender las nociones básicas de matemáticas y ciencias en general. Porque un pueblo que no piensa es más fácil de manipular.
Y aunque duela, hemos sido manipulados desde el Gobierno para no pensar, para grabarnos en nuestro inconsciente las mentiras que se nos repiten sobre nuestra historia, sobre nuestra sociedad, y sobre nuestra realidad. Mientras sigamos en el engaño, seguiremos conformes con lo que somos y añorando lo que podríamos ser si los españoles no nos hubieran conquistado, si los "gringos" no fueran nuestros vecinos, si los empresarios no se aprovecharan de nosotros, si los funcionarios del propio Gobierno no fueran "transas", si no tuviéramos tan mala suerte, si nos sacáramos la lotería.
Pero cuando despertemos y nos demos cuenta de nuestra realidad, lucharemos para cambiar, y eso no le conviene a aquéllos que por décadas han salido beneficiados de ese sistema político vicioso y corporativo. Por eso existen tantas mentiras en los libros de Historia, y por eso no me puedo quedar callado, porque mi conciencia no me lo permite, y sé que a los mexicanos nos urge un cambio.
Veo en el futuro a un México en que la educación nos enseñe a pensar y no a memorizar. Un México de gente con valores, buena, noble, que confíe en los demás, trabajadora, honesta, creativa, digna de confianza, franca. Un México así va a generar gente emprendedora, que innove, que cree nuevas tecnologías, que cree empresas y genere empleos. Un México así va a aportar al Gobierno, a la policía, al Ejército, a todas nuestras instituciones gente grande, que se merezca los puestos públicos y active un ciclo virtuoso, en el que podamos confiar en nuestras instituciones, y podamos trabajar en paz.
El primer paso no lo hemos dado... El primer paso se da en la educación de los niños. ¡Ya basta de sólo memorizar los conocimientos! ¡Enseñemos a los niños a pensar! ¡Reinventemos nuestra historia descubriendo la realidad de nuestra Historia!
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