lunes, 16 de septiembre de 2013

Peña Nieto hoy

El Presidente sonríe ante las cámaras, como siempre, pero hay algo diferente en su rostro, es una sonrisa nerviosa. Como lee los nombres de los héroes de la Independencia, no se sabe si los nervios son porque no quiere quedar mal, porque siente vergüenza de su ignorancia, o porque se siente fuera de lugar.
Más nos cuesta a nosotros acostumbrarnos a ver a Peña Nieto como Presidente. Como que algo no cuadra. Sea porque lo creemos el menos preparado de cuantos hemos visto en ese puesto, sea porque su presidencia ha sido demasiado azarosa, sea porque nunca lo hemos visto a gusto, sea porque realmente no se termina de acomodar, o porque en el fondo él mismo no se cree capaz de hacer bien aquello para lo que lo elegimos (sí, probablemente tampoco podemos aún creer que hayamos dado el triufo al que lucía más tonto).
Y nuestro asombro adquiere tonos kafkianos con el torbellino que ha sido lo que no es aún su primer año en el poder. Lo que comenzó con aplausos al apresar a la maestra, se ha vuelto un chiste desagradable con las liberaciones de los mayores delincuentes, y un ambiente agobiante con las movilizaciones de maestros en contra de una de las reformas que en este confuso torbellino se ha propuesto.
Y ante todo el asombro que vivimos, ¿de dónde sacó la inspiración para aventarse tamañas reformas y embarcarse en "este cuete"? ¿Quién es el cerebro detrás de Peña? ¿Salinas? ¿Quién gana con estas reformas? ¿México, como nos explica?  ¿Y dónde quedó el tacto político que siempre caracterizó a los gobiernos del PRI? ¡Tiene al país en contra! ¿Qué pretende?
En ese estado de asombro nos tiene a todos. Y todos nos damos cuenta de los fallos de sus propuestas... o al menos de algunas.
En esta sociedad todo mundo opina y grita e insulta, pero creo que la mayoría de las veces hablamos sin conocer. ¿Acaso conocemos realmente la reforma fiscal? ¿y la educativa? ¿y la energética? ¿y la laboral?
Hace ya muchos meses, cuando aún no se volvía esto un caos, hubo el concenso casi general de que
era un reforma buena para el país, pero ¿cuántos la conocieron o la conocen? una minoría.
Y aún conociendo la reforma, no coincidimos con lo que es mejor para México.
Hay tantos intereses en un tema como el de la reforma fiscal, que lo que más oímos son las quejas de quienes salen perjudicados por alguna medida en particular. ¡Ya estuvo bueno de esta discusión sin sentido! Necesitamos dialogar directa y sinceramente, sin agendas preparadas, de qué es lo mejor, en el fiscal y en cada uno de los temas. ¡Hay que ver por el bien de México! sin demagogias.
Mentira que aprobadas estas reformas México va a mejorar, porque estas reformas están mal hechas, al menos en lo que conozco, que es lo fiscal y lo laboral. Este gobierno nos está imponiendo su agenda, que no es la que el país necesita, y que está llena de incongruencias.
Si yo supiera que hay que aprobar estas reformas y México va a mejorar, apoyaría a nuestro Presidente, pero el problema es que al menos la reforma fiscal es un compendio de estupideces. ¿Han sido estas propuestas de reformas planteadas por estupidos? No quiero contestar.
Necesitamos un líder que abra un auténtico diálogo y los especialistas discutan y lleguen a un acuerdo sobre lo que es mejor para México, y que nos encauce a una opinión pública convencida de las reformas y que se emprenda con honestidad el camino de aplicación de las nuevas reformas.
Lo malo es que estamos yéndonos por el camino equivocado, y esto es porque no Peña Nieto no es ni por asomo ese líder.