domingo, 24 de febrero de 2013

Festejo Colegio Antonio Caso

Cuando veo esta foto del evento de ayer, por el 55º aniversario del Colegio Antonio Caso, en que se ve tan solo una pequeña parte del gran personal del colegio, lo que más me llama la atención son las sonrisas. Yo tomé la foto y puedo atestiguar que no son la pose para una foto, sino sonrisas sinceras y espontáneas.
El personal del colegio asistió al evento, en el Club Hispano Mexicano, con la obligación de estar para cumplir con comisiones que se les encargaron, en este gran evento que juntó a unas 1,800 personas. Y sin embargo, a pesar del calor, de la perspectiva del trabajo que tenían enfrente en un día en que normalmente no trabajan en el colegio, todo mundo se sentía a gusto, participativo y entusiasta.
El festejo fue especialmente agradable porque las actividades fueron planeadas, hubo organización, una dirección eficiente y supervisión, todo con disciplina, a la vez que alegría y entusiasmo.
Cuando llegue el lunes, y volvamos a clases, volverá la disciplina escolar, con actividades planeadas, organización, dirección y supervisión, disciplina, alegría y entusiasmo.
¿Es lo anterior el secreto del éxito ya no sólo de una actividad escolar, sino de cualquier actividad en el ámbito profesional? Me es muy difícil decirlo, pero las sonrisas en los niños y jóvenes, y en los padres de familia, me dicen que la gran mayoría de la comunidad educativa Antonio Caso, piensa que sí.
Antonio Caso cuenta ya con más de 1,500 alumnos, y me siento muy orgulloso de formar parte de este maravilloso equipo.
Por cierto, mi hijo Arturo metió el penal decisivo en tanda de penalties que le dio el campeonato en la rama varonil a su equipo, España, sobre los dignos rivales del salón de mi hija Mariana, con tiro fuerte y colocado a la izquierda del portero.
Sé que esto no tiene nada que ver con el tema central de este artículo, pero es mi hijo, soy su papá, y ¡me siento muy feliz por él!