domingo, 12 de julio de 2015

Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España

Extractos del libro:

Y también pasó un Alonso de Ávila; fue capitán y el primer contador que hubo en la Nueva España, persona muy esforzada.

Y otra cosa digo, y no por distanciarme de ello: que quedé yo tan acostumbrado a andar armado y dormir de la manera que he dicho que después de conquistada la Nueva España tenía por costumbre de acostarme vestido y sin cama, y que dormía mejor que en colchones; y ahora cuando voy a los pueblos de mi encomienda no llevo cama; y si alguna la llevo, no es por mi voluntad, sino por algunos caballeros que se hayan presentes, porque no vean que por falta de buena cama la dejo de llevar; mas en verdad que me echo vestido en ella. Y otra cosa digo: que no puedo dormir sino un rato de la noche, que me tengo de levantar a ver el cielo y estrellas, y me he de pasear un rato al sereno, y esto sin poner en la cabeza cosa ninguna de bonete ni paño, y gracias a Dios no me hace mal, por la costumbre que tenía. Y esto he dicho porque sepan de qué arte andábamos los verdaderos conquistadores, y cómo estábamos tan acostumbrados a las armas y a velar.

Alonso de Ávila fue capitán ciertos días en lo de México y el primer contador que le eligió Cortés hasta que el rey nuestro mandase otra cosa; era de buen cuerpo y rostro alegre, y en la plática expresiva, muy clara y de buenas razones, y muy osado y esforzado; sería de hasta treinta y tres años cuando acá pasó, y tenía otra cosa, que era franco con sus compañeros…

En Jueves Santo de la Cena de mil quinientos diez y nueve años llegamos con toda la armada al puerto de San Juan Ulúa, y como el piloto Alaminos lo sabía muy bien desde cuando vinimos con Juan de Grijalva, luego mandó surgir en parte que los navíos estuviesen seguros del norte…

Y otro día, que fue Viernes Santo de la Cruz, desembarcamos así caballos como artillería en unos montones y médanos de arena que allí hay, altos, que no había tierra llana, sino todos arenales y asestaron los tiros como mejor le pareció al artillero, que se decía Mesa, e hicimos un altar adonde se dijo luego misa; e hicieron chozas y ramadas para Cortés y para los capitanes, y entre trescientos soldados acarreábamos madera, e hicimos nuestras chozas, y los caballos se pusieron adonde estuviesen seguros, y en esto se pasó aquel Viernes Santo.

Y luego le dimos poderes muy vastísimos, delante de un escribano del rey que se decía Diego de Godoy, para todo lo por mí aquí dicho. Y luego ordenamos de hacer y fundar y poblar una villa que se nombró la Villa Rica de la Vera Cruz, porque llegamos Jueves de la Cena y desembarcamos en Viernes Santo de la Cruz, y rica por aquel caballero que dije en el capítulo XXVI que se llegó a Cortés y le dijo que mirase las tierras ricas y que se supiese bien gobernar, y quiso decir que se quedase por capitán general, el cual era Alonso Hernández de Portocarrero.

Y volvamos a nuestra relación. Y fundada la villa, hicimos alcaldes y regidores, y fueron los primeros alcaldes. Alonso Hernández Puertocarrero y Francisco de Montejo, y a este Montejo, porque no estaba muy bien con Cortés, por meterle en los primeros y principal, le mandó nombrar por alcalde; y los regidores dejarlos he de escribir, porque no hace al caso que nombre algunos; y diré cómo se puso una picota en la plaza y fuera de la villa una horca, y señalamos por capitán para las entradas a Pedro de Alvarado, y maestre de campo a Cristóbal de Olid, y alguacil mayor a Juan de Escalante, y tesorero Gonzalo Mejía, y contador Alonso de Ávila, y alférez a fulano Corral, porque el Villarroel, que había sido alférez no sé qué enojo había hecho a Cortés, sobre una india de Cuba, y se le quitó el cargo; y alguacil del real a Ochoa, vizcaíno, y a un Alonso Romero.