Cada vez se acerca más el momento en que tenga que criticar abiertamente la versión oficial de la Historia de México que se enseña en las escuelas, por obra y gracias del Gobierno federal (en tiempos del PRI), por la manipulación de pretendidos intelectuales, por la mente fantasiosa de millones de bienintencionados, y por la complicidad de profesores y padres de familia.
No es mi intención iniciar una lucha verbal que seguramente no puede llegar a algo relevante, y no puedo pretender que el hablar influya significativamente en nadie más allá de mi esposa y mis hijos, pero, por una cuestión de conciencia, no puedo quedarme callado cuando leo y escucho las mentiras que se buscan transmitir a mis hijos en la escuela (hasta donde sé es un problema con todas las escuelas del país).
Se les enseña que los españoles nos conquistaron en 1521, siendo que a quienes conquistaron fue a los aztecas que vivían en el Anáhuac. México no existía, y no había ninguna conciencia de unidad entre los pueblos que habitaban lo que hoy es México. Incluso, varios pueblos se dejaron conquistar con facilidad, y/o ayudaron a los españoles a vencer a los aztecas.
Se les dice que la Independencia de México ocurrió el 16 de septiembre de 1810, cuando en realidad ocurrió el 28 de septiembre de 1821, cuando un día después de entrar el ejército trigarante a la ciudad de México, se firmó el acta de Independencia.
Mi esposa me preguntó, con mucha inteligencia, que qué pasó el 4 de julio de 1776, que es la fecha en que los Estados Unidos de América festejan su independencia, y la respuesta es que fue, no la fecha de inicio de su guerra de independencia, sino la de firma de su acta de independencia, tras la cual inició una rebelión que se configuró más que en acciones militares, en un cambio de mentalidad de los colonos americanos, que comenzaron a sentirse libres y desde entonces dejaron de obedecer a las autoridades coloniales, y la guerra continuó ininterrumpidamente hasta que Inglaterra dejó, derrotada, las armas.
En México no ocurrió el 16 de septiembre de 1810 nada parecido a lo que ocurrió en EEUU, pues Hidalgo, Allende y compañía ni proclamaron la independencia de México, ni entendían el concepto de México, ni querían separarse de España.
Es imposible saber exactamente qué dijo Hidalgo esa madrugada, pero las versiones directas o indirectas manifestadas por el obispo de Valladolid, Abad y Queipo, por historiadores de la época, como Lucas Alamán, y por los propios Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, indican que el grito de Dolores debió ser algo así como: "Viva la Religión, viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe, viva Fernando VII, muera el mal Gobierno". Esta declaración, es demasiado significativa, puesto que implica que los primeros insurgentes no proclamaron la independencia de nada, pues cómo iban a querer independizarse de España, cuando gritaban vivas al rey de España. Asimismo, testimonios de la época, incluidos de Aldama, señalan que esos insurgentes buscaron despertar la conciencia de las autoridades virreinales de que no podía jurarse obediencia a España, cuando España era en ese momento un dominio francés (de Napoleón), y que una vez que España recobrara su independencia, los insurgentes y el gobierno virreinal tendrían que volver a subordinarse al rey español. ¡En ningún momento los primeros insurgentes buscaron cortar el vínculo con España, sino a lo más, mejores condiciones de vida y de trabajo para los criollos, es decir, para los españoles nacidos en América!
Se les dice que el pueblo se unió a la causa justa de los insurgentes, y esa fue una gran mentira. Sólo una pequeñísima fracción del pueblo se unió a la causa insurgente, pues el pueblo vivía en lo general conforme con su situación social y económica, y a la escasa gente que se les unió lo único que les interesaba era sacar provecho del desorden, lo que lograron mediante el saqueo de las poblaciones vencidas. Por eso la gente le tenía miedo y desprecio a los primeros insurgentes, pues no eran otra cosa que bandidos y saqueadores. La realidad es que los únicos interesados en rebelarse eran un reducido grupo de españoles americanos que deseaban ocupar los puestos que se les daban, por gracia de su lugar de nacimiento, a los españoles peninsulares, es decir, a los nacidos en España. Y es que la gran mayoría de los jefes insurgentes, no sólo del inicio, sino de toda la guerra, eran criollos, es decir, españoles nacidos en América.
Se les dice que los insurgentes estaban unidos, lo cual es una gigantesca mentira. Allende y los demás jefes insurgentes se cansaron muy pronto del liderazgo de Hidalgo, que fomentaba el odio en sus tropas, y les toleraba que saquearan todo a su paso, con todo lo que implicaba el saqueo de las ciudades tomadas por las armas, que era robar, matar y violar. Todo eso permitía Hidalgo.
Podría tomarse como fecha de la independencia de México la proclamación de independencia que hizo Morelos el 6 de noviembre de 1813 (esa sí fue una proclama de independencia, lo cual hace pensar que Morelos y los intelectuales que se le agruparon fueron los primeros en desear la independencia del territorio), pero esa proclama no condujo a nada, pues en 1815 Morelos fue fusilado, y a mediados de 1816 la guerra de independencia ya había de hecho acabado. Una guerra que abarcó, en realidad, de 1811 cuando Morelos toma las armas, a 1816. Y después, la nada. Simplemente, la guerra acabó. ¿Y por qué tan pronto acabó esa malograda guerra? La respuesta es tan dolorosa para tantos patriotas y patrioteros fantasiosos que pretenden ignorarla: porque el pueblo en realidad no luchó por la independencia de México. Los únicos que la buscaban eran los criollos. El pueblo que les llegó a seguir lo hizo sólo por conveniencia, para ver qué sacaban de provecho. Y ese pueblo falto de ideas, a las primeras de cambio, se espantó, y desertó.
Y de repente, en 1821, después de 4 años y pico sin guerra, Iturbide decidió cambiar de bando, al darse cuenta de que podría contar con los suficientes apoyos entre otros criollos también cansados de que los españoles nacidos en España les ganaran los mejores puestos, y efectivamente, todos se le comenzaron a unir (a él sí se le unieron, porque no lo animaba el odio como a Hidalgo, y buscaba la unión; a él no le tuvieron miedo, pues él sí era una persona confiable) y las propias autoridades virreinales aceptaron como algo inevitable la separación de España.
Se les dice que los héroes de la independencia de México fueron Hidalgo, Allende, Aldama, doña Josefa, Morelos, Bravo, Guerrero, Mina, y otros héroes menores, y lo cierto es que de ellos los únicos héroes fueron de Morelos en adelante, ya que los primeros insurgentes no lucharon por ninguna independencia, y que falta el más importante de todos, Agustín de Iturbide, quien siendo un general prestigioso y con un gran futuro, arriesgó todo lo que tenía, por un proyecto arriesgado, y le salió muy bien, al grado de que la inercia de los acontecimientos lo llevó a ser coronado emperador de la nueva nación (aunque después le fue mal, pues la envidia y las ansias de poder de otros personajes, incluidos los que fueron jefes insurgentes, hizo que lo obligaran a abdicar y abandonar el país, lo declararan sin ninguna razón traidor a la patria, y lo fusilaran cuando regresó al país, ignorante de que estaba amenazado de muerte si volvía a pisar territorio nacional, el suelo de la nación que él fundó).
Por cierto que la proclama de independencia fue del territorio conocido como "América Septentronal", pues en ese entonces México sólo era, geográfica y culturalmente el centro de nuestro país actual, e indebidamente el nuevo país se adjudicó como suyas áreas que muy poco tenían en común con el resto, como el norte de nuestro actual país, los amplísimos Nuevo México, Texas y California, la península de Yucatán, Chiapas y Centroamérica. Por eso es que cuando Centroamérica decidió no formar parte de la nueva nación con sede en la ciudad de México, no fue una declaración de independencia de su parte, pues no podían separarse de aquello de lo que nunca formaron parte. Y es por eso que cuando en guerra perdimos oficialmente los territorios entonces conocidos como Nuevo México y California, y antes de eso Texas, en realidad no debemos considerar que los perdimos pues, fuera de una declaración oficial de pertenencia, en realidad nunca formaron parte de la nueva nación mexicana, con la cual no tenían prácticamente ningún nexo, y no tenían más vínculos que los que Chile o Colombia tenían con México. Dicen que si tú amas algo, déjalo ir, y si regresa es tuyo, si no, nunca lo fue. Bueno, pues esos territorios se fueron y no quisieron regresar, porque nunca fueron de México. Tan fácil como eso.
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