domingo, 27 de abril de 2014

Nuevos santos: Juan XXIII y Juan Pablo II

Hoy con la canonización de los expapas Juan XXIII y Juan Pablo II por el papa Francisco confluyeron dos formas distintas de concebir la espiritualidad dentro de la iglesia católica.
Francisco aceleró la canonización de Juan XXIII a pesar de no haberse cumplido el segundo milagro que normalmente se pide para que alguien sea canonizado, por una de dos razones, o el Espíritu Santo se lo dictó a Francisco, o éste le echó coco y se dijo que cómo va a ser posible que Juan Pablo II sea santo antes de Juan XXIII, un papa que llevaba más tiempo esperando la última etapa en el proceso de canonización y con más méritos. Al menos, considerando la personalidad de Francisco, su formación, forma de pensar y sus hechos y dichos en el año que lleva de pontificado, es bastante creíble que Francisco tenga una mejor imagen del "papa bueno" que del papa de las masas.
Yo respeto mucho la habilidad que tuvo Juan Pablo II para mover multitudes con su carisma, su magnetismo, su personalidad. Critico que muchos fieles hayan llegado al punto de la adoración hacia el papa, olvidando que no dejaba de ser un hombre como cualquiera, con sus virtudes y defectos. Sospecho que Francisco también critica internamente eso y que para atenuar la devoción hacia Juan Pablo II quiso poner a su mismo nivel y canonizar en la misma ceremonia a Juan XXIII, para que los devotos fueran conscientes de que hay al menos otro expapa digno de veneración.
Sospecho, finalmente, que Francisco condena la complicidad que tuvo Juan Pablo II hacia los sacerdotes sospechosos de pederastia, pues tardó mucho en ordenar la apertura de una investigación, y permitió que los sacerdotes acusados siguieran como si nada desempeñando sus puestos y, con ello, presumiblemente, permitió que siguieran perpetrando sus abusos.
Dice el dicho que tanto peca quien mata a la vaca como quien le agarra la pata. Bueno, pues Juan Pablo II:
1. Supo que se acusaba a equis personas de matar vacas.
2. Les agarró la pata a las vacas, pues no creía que las mataran.
3. Siguió oyendo insistentemente de que esas personas, con nombres y apellidos, sí mataban vacas de adeveritas.
4. Siguió sosteniendo la pata, él que tenía toda la facultad de detener la matanza de vacas.
5. Después de muchos años de seguir escuchando de la matanza de vacas, decidió abrir lentos y tortuosos procesos de investigación para averiguar si era cierto que fulanitos y menganitos mataban a las vacas.
6. Mientras tanto, les siguió agarrando la pata.
7. No se le ocurrió ni por aquí que convendría suspender en sus funciones a aquellos sospechosos, por lo que les permitió seguir matando a las vacas.
Conclusión: ¿fue corresponsable Juan Pablo II de los abusos sexuales? Respuesta: un rotundo sí.
El papa Francisco es un hombre muy inteligente y mucho más razonable de lo que fue Juan Pablo II. Supongo que no quiso retrasar lo inevitable, y proclamó su canonización. Pero su mente y su corazón le deben haber indicado que eso estaba mal.
Se dice que el sacerdote católico que incurre en un abuso sexual es una persona reprimida principalmente por la obligación de mantener el celibato (el oficial, el obvio), es decir, lo que tenga que hacer, hacerlo a escondidas y con quien se pueda. Se dice, correctamente, que esta perversión se evitaría si se permitiera a los sacerdotes católicos casarse. La conclusión obvia que se debe desprender es que conviene permitir a los sacerdotes católicos católicos.
Bien, pues hay una fuerte corriente dentro de la iglesia católico que opina que nada en la Biblia prohibe eso o sugiere que el sacerdote debe ser célibe. Yo coincido con esa opinión. No he encontrado un solo pasaje que prescriba el celibato.
Esa corriente de católicos progresistas impulsó en la segunda mitad de los 50's una reforma dentro de la Iglesia y, liderados por el papa, discutió ampliamente en un concilio, el Concilio Vaticano II, la necesidad de cambiar para bien la doctrina y retornarla a su esencia, a lo que realmente dijo Jesús. ¿Quién fue ese papa?
Juan XXIII.
Hubo en contra una corriente que se hizo fuerte en el mismo concilio, que estaba en contra de cualquier reforma, incluyendo las más elementales, como permitir a una pareja el uso de anticonceptivos.
¿Qué personajes pertenecía a esta corriente retrógrada?
Los futuros Juan Pablo II y Benedicto XVI.
En medio de esta lucha de ideas, murió Juan XXIII y todo el impulso reformista se vino abajo.
Se impuso, entre otras ideas anticuadas y faltas de sustento bíblico, el celibato.
Cuando ese sector conservador hizo papa a Karol Wojtyla, toda esperanza de reforma para mejorar la iglesia católica se vino abajo.
Y comenzó el show. El show de Juan Pablo II, el líder de masas.
Murió Juan Pablo II 27 años después y la gente en la plaza de San Pedro gritaba ¡Santo Súbito! Y todo mundo pedía su canonización.
¿Pero cómo dejó Juan Pablo II a la iglesia católica? Peor que como la encontró. Tan, pero tan mal, que su sucesor, Benedicto XVI, se sumió en la depresión y renunció.
Éstos son los dos escenarios que se topan hoy los católicos del mundo: venerar al papa que quiso llevar a la Iglesia a sus orígenes, o venerar al papa que casi la hundió.
Ya analicé más sobre estos temas en mis entradas de agosto del 2011 y de julio del 2013. Reitero lo que ahí expresé: sí hay esperanza para esta decadente Iglesia Católica.

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