Los ataques terroristas realizados por fanáticos musulmanes y mataron a 12 periodistas del semanario parisiense Charlie Hebdo el 7 de enero pasado ha avivado la polémica en muchas partes sobre hasta dónde puede/debe llegar la libertad de expresión.
Nunca antes en la historia unos asesinatos habían generado tanta indignación. 3.7 millones de personas es hasta ahora la cifra oficial de manifestantes en las calles en defensa de la libertad de expresión. "Todos somos Charlie" se ha convertido en el lema público del año.
Charlie Hebdo es un semanario satírico: satiriza a los demás, se burla de los demás, protegido por un derecho humano considerado universal que es el de la libertad de expresión. Aparte de sus columnas y editoriales, publica caricaturas en el mismo tono.
Como se ve, Charlie Hebdo ridiculiza tanto personajes de la política como de la religión, tanto de las iglesias cristianas como musulmanas, entre otras. Los dibujos a mí parecen grotescos, de un pésimo gusto y muy ofensivos. Rehuso indignarme por ellos, aún los que ofenden a Jesús, más los repruebo.
Me cuesta trabajo unirme al clamor "Todos somos Charlie". Repruebo terminantemente el fanatismo musulmán (como el de cualquier religión o ideología). Repruebo terminantemente el odio religioso y mucho más los asesinatos en nombre de la religión.
A la vez me parece que las caricaturas del semanario son ofensivas (muy ofensivas) y, al igual que muchos líderes de opinión, incluyendo los editores del New York Times y el papa Francisco, opino que la falta de respeto que muestran provocaron las peores pasiones en seres humanos que, sin esa provocación, no hubieran cometido los asesinatos de los periodistas.
La pregunta de fondo es: ¿Debe limitarse la libertad de expresión para no caer en ofensas o herir los puntos sensibles de los demás?
Muchísima gente cree que la libertad de expresión nunca y bajo ninguna circunstancia debe limitarse. Hoy el semanario Charlie Hebdo es más popular que nunca. Muchos medios de comunicación han acudido en su apoyo y solidaridad, como El País de España y el Jyllands-Posten de Dinamarca, que es un conocido diario danés que sigue la misma línea que Charlie Hebdo.
Me parece muy interesante el punto de vista del jefe de la sección Internacional del diario danés, que reproduce El País, y que leído. Creo que está muy bien explicado y redactado, por lo que en defensa de los defensores de la plena libertad de expresión, reproduzco el punto central:
"Y así volvemos al punto de partida: ¿Qué civilización somos si renunciamos a nuestro derecho a publicar opiniones y dibujos que a algunos pueden resultarles ofensivos? Básicamente se trata de un debate sobre cómo convivir en una sociedad cada vez más multicultural y al mismo tiempo mantener nuestras libertades. Podemos, como en las sociedad que no son libres, buscar una falsa armonía criminalizando continuamente nuevas expresiones de acuerdo con la siguiente máxima: si aceptas mi tabú y no te expresas crítica u ofensivamente sobre lo que para mí es sensible y sagrado, yo haré lo mismo".
"En sociedades como la nuestra, en las que crece la diversidad, éste es el camino hacia la tiranía del silencio".
"Otro camino es insistir en que el precio que todos tenemos que pagar por vivir en democracia, con libertad de expresión y de culto, es que nadie tenga un especial derecho a no ser ofendido. Los colaboradores de Charlie Hebdo no habrán muerto en vano, si elegimos este camino como reacción a su asesinato".
El punto de vista de los defensores de la libertad de expresión total, así sea ofensiva, está excelentemente bien planteado en los párrafos precedentes. Pero no terminan de convencerme.
¿Me gusta que se metan con mi mamá, o con mi papá, o con mi esposa, o con mis hijos? ¿que los insulten en la prensa? Si yo fuera una figura pública, ¿da eso derecho a la prensa de dibujar a mi mamá como les dé la gana?
A mí, desde niño, me enseñaron el valor del respeto. Respeta a los demás si quieres que te respeten a ti. El respeto como valor sagrado… porque el respeto, como la libertad de expresión, también es un valor.
Y cuando dos valores se llegan a contraponer, es necesario decidir qué valor debe prevalecer. ¿Queremos una sociedad donde todos nos podamos decir lo que sea aún cuando nos insultemos y ofendamos? ¿O queremos una sociedad donde el respeto nos guíe en los límites de esa libertad?
Para mí está claro y nos muestra la decadencia de la sociedad actual, donde el respeto se ha perdido. Entre libertad de expresión y respeto, me quedo con el respeto.
"Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
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