1. Si el tema de ayudar a los tarahumaras está de moda, eso significa que antes no lo estaba, y que después muy probablemente tampoco lo esté. El tema de indígenas quitándose la vida por culpa del hambre es sumamente mediático y saltó al primer plano del interés público, pero cuando pase la novedad, corre el riesgo de dejar de ser interesante y quedar en el olvido una vez que a los indígenas tarahumaras se les acaben sus "5 minutos de fama".
2. Si la sociedad se interesó en ayudarles porque el tema les llamó la atención, esto pudiera implicar que para recibir la atención de la sociedad se requiere efectivamente llamar la atención de una forma colorida, escandalosa, folklórica, graciosa, triste, o lo que sea, siempre y cuando el hecho deje una impresión mayor que otras noticias; la competencia a nivel mercadotecnia.
3. Me llama la atención también el que las personas estemos siguiendo tanto la corriente de las modas, siendo que los problemas no llegan y desaparecen con la misma rapidez que las modas, sino que ya estaban y permanecen. El prestar atención sólo a los temas de moda indica ¿frivolidad? ¿superficialidad? ¿falta de compromiso?
¿Qué está contribuyendo a que los problemas permanentes dejen de importarnos? ¿acaso es el influjo constante de nuevos acontecimientos que compiten para ganar nuestra atención? ¿estamos siendo víctimas de la democratización de los medios de comunicación, en medios como Twitter y Facebook, en que nosotros mismos somos protagonistas de la formación y difusión de noticias, al grado de que competimos en esos medios por comentar el tema de moda, y cuando llega un nuevo tema, nos olvidamos del anterior (que ya fue muy comentado) y abordamos el tema siguiente?
Si lo dicho es cierto, cuando los usuarios de las redes sociales comentan con "aparente preocupación" un tema, ¿es dicha preocupación real o sólo un espejismo con el que disfrazamos nuestra falta de compromiso con los problemas reales que aquejan a los demás?
¿Qué hacer en este momento, ayudar a los tarahumaras? Por supuesto. ¿Ayudar al resto de comunidades en el país con serios problemas de pobreza, rezago, desnutrición, etc.? También. ¿Guiar nuestra ayuda de acuerdo a lo que se comenta en las noticias? Ese sería nuestro mayor error. ¿Lo ideal? Emprender una cruzada continua para combatir las causas primordiales de la pobreza en el país, para lo cual necesitamos mayor discusión y reflexión de esos temas. Urge que los temas formen parte de nuestra plática cotidiana. Si dejamos de hablar de la pobreza le estaremos dando la espalda a los pobres y desprotegidos. Olvidarnos de los pobres y con ello hacer como que no existen, no cambia en nada su realidad: siguen existiendo, siguen necesitando de nosotros y no se van a ningún lado.
Dar a los pobres ayuda, les resuelve sus necesidades inmediatas, pero no les ayuda a salir de la pobreza. El problema no se acaba.
Lo que los pobres necesitan es soluciones de fondo. Para hallar esas soluciones necesitamos hablar del tema. Los enemigos de los pobres son:
a) la apatía, que nos conduce a querer olvidarnos de sus problemas o de su existencia;
b) la pereza, que nos impulsa a no pensar en los problemas, por el trabajo que implica encontrar soluciones;
c) la frivolidad, que nos invita a prestarle más atención a todo lo gracioso que circula en los medios de comunicación y en las conversaciones diarias, que a los problemas de los demás.
d) la avaricia, que nos impide compartir lo que tenemos con los más necesitados.
Los pobres no se van a ir porque no hablemos de ellos. Los pobres no se van a ir porque los ayudemos cuando hay una emergencia como la de los tarahumaras. Los pobres necesitan que HABLEMOS de ellos para que las soluciones sean realmente SOLUCIONES y no meros paliativos, y que ACTUEMOS en una forma permanente llegando al fondo de sus problemas.
¿Qué hacer en este momento, ayudar a los tarahumaras? Por supuesto. ¿Ayudar al resto de comunidades en el país con serios problemas de pobreza, rezago, desnutrición, etc.? También. ¿Guiar nuestra ayuda de acuerdo a lo que se comenta en las noticias? Ese sería nuestro mayor error. ¿Lo ideal? Emprender una cruzada continua para combatir las causas primordiales de la pobreza en el país, para lo cual necesitamos mayor discusión y reflexión de esos temas. Urge que los temas formen parte de nuestra plática cotidiana. Si dejamos de hablar de la pobreza le estaremos dando la espalda a los pobres y desprotegidos. Olvidarnos de los pobres y con ello hacer como que no existen, no cambia en nada su realidad: siguen existiendo, siguen necesitando de nosotros y no se van a ningún lado.
Dar a los pobres ayuda, les resuelve sus necesidades inmediatas, pero no les ayuda a salir de la pobreza. El problema no se acaba.
Lo que los pobres necesitan es soluciones de fondo. Para hallar esas soluciones necesitamos hablar del tema. Los enemigos de los pobres son:
a) la apatía, que nos conduce a querer olvidarnos de sus problemas o de su existencia;
b) la pereza, que nos impulsa a no pensar en los problemas, por el trabajo que implica encontrar soluciones;
c) la frivolidad, que nos invita a prestarle más atención a todo lo gracioso que circula en los medios de comunicación y en las conversaciones diarias, que a los problemas de los demás.
d) la avaricia, que nos impide compartir lo que tenemos con los más necesitados.
Los pobres no se van a ir porque no hablemos de ellos. Los pobres no se van a ir porque los ayudemos cuando hay una emergencia como la de los tarahumaras. Los pobres necesitan que HABLEMOS de ellos para que las soluciones sean realmente SOLUCIONES y no meros paliativos, y que ACTUEMOS en una forma permanente llegando al fondo de sus problemas.