Francia inició hace unos días combates en Malí en contra de los grupos rebeldes que desde el norte del país buscan dominar por la vía de la fuerza todo el territorio de esa nación africana.
En Twitter y otros medios se aducen motivaciones económicas en la decisión de Francia de combatir a los rebeldes. Malí, que es una ex-colonia francesa y en la cual Francia tiene numerosas inversiones, tiene oro. Además, el vecino Níger, también ex-colonia francesa, tiene grandes yacimientos de uranio, que empresas francesas exportan para generar energía en Francia.
Como siempre, el interés económico pareciera ser el detonante de la decisión de Francia de intervenir. Siempre el dinero. Los ricos aprovechándose de los recursos de los países pobres. Las naciones ricas saqueando a las pobres, que poco reciben a cambio y viven sumidas en la pobreza, como es el caso de Malí.
Lo curioso es que a pesar de que Francia es la única gran interesada en la intervención militar, la ONU y todas las potencias militares han manifestado abiertamente su respaldo a Francia.
Lo que los grandes críticos del imperalismo y el capitalismo no dicen es que los grupos rebeldes que buscan derrocar al actual gobierno y apoderarse por la fuerza del país son, principalmente, extremistas islámicos emparentados con Al Qaeda, que ya comenzaron a instaurar en los territorios que han ganado, la más extremista e intolerante ley islámica.
Los fanáticos religiosos que están apoderándose de Malí por la fuerza ya están amputando manos y pies a supuestos ladrones, están lapidando a quienes tienen hijos fuera del matrimonio, están dando latigazos a quienes toman alcohol o fuman, están castigando con la muerte a quienes critican esta interpretación del Islam.
¿Qué debe hacer el mundo cuando terroristas religiosos atentan descaradamente y por la fuerza contra las libertades más elementales de los ciudadanos de un país?
¿Quedarse cruzados de brazos?
Yo acepto que es casi criminal cuando una nación se aprovecha de los recursos de otra, sin importarle si la gente tiene para comer. Ése es un terrible problema que no tiene perdón.
Pero considero igual de criminal que unos locos aprovechen la situación como pretexto para impulsar por la fuerza su proyecto religioso, violatorio de todas las libertades y derechos humanos, y como plataforma para dirigir ataques terroristas en contra de todos los que piensen diferente, en el propio país y en países vecinos.
Se acusa a Francia de una doble moral, pues ha tolerado en Siria, otra ex-colonia francesa, semejante aplicación extremista de la ley islámica, pero yo considero que el caso de Siria es diferente pues ahí es la gente la que voluntariamente y democráticamente ha impulsado el fanatismo, mientras que en Malí son grupos militares los que lo quieren imponer.
Mientras que en Siria una intervención militar de las potencias occidentales sería un atentado contra la democracia, en Malí la intervención representa la defensa de la legalidad y la democracia.
En otro caso similar al de Siria, los egipcios hace poco derrocaron al muy impopular dictador que los gobernaba, y votaron por un nuevo gobierno extremista religioso.
Ahí sí ni ayudarlos, pues "el que es buey, hasta la yunta lame", si ellos quieren un gobierno que les quite las libertades, pues que lo aprovechen. Pero si en otro país el terror llega sin que la gente lo haya pedido, me parece del más elemental sentido de humanidad el defender las libertades de los agredidos.
Por ejemplo, si en el 2012 López Obrador hubiera dado un golpe de Estado para imponer su proyecto personal en contra de los deseos de la mayoría de la población, ¿no podríamos pedir la ayuda de una nación extranjera para restablecer la democracia y el respeto a la voluntad de las mayorías? A mí me gustaría decir que tendríamos ese derecho, y que los otros países, como EEUU, tendrían el deber moral de intervenir militarmente para ayudar al país afectado.
Desgraciadamente el Derecho Internacional está en contra de la intervención en esos casos, pues arguye que el conflicto debe ser resuelto por los ciudadanos de la propia nación afectada.
Pero si con el golpe de Estado, el golpista hipotético, López Obrador, atenta contra los derechos humanos más elementales de las personas, mata, encarcela, tortura, amputa, azota, secuestra, el Derecho Internacional apoya la intervención militar conjunta de otras naciones para restablecer el orden, la democracia y el respeto a los derechos individuales.
Si López Obrador hubiera instaurado un régimen de terror, asesinatos y torturas, el resto del mundo tendría la obligación moral de ayudarnos a los mexicanos, si es necesario, con el uso de la fuerza. Y yo desearía que así fuera. Y estoy seguro de que cuando el gobierno que se acaba de hacer del poder por la fuerza te mata a tus hijos, te secuestra a tu padre, encarcela a tus sobrinos, le amputa sus manos a tus abuelos, azota a tu madre, y desaparece a tus hermanos, vas a desear que EEUU, Francia, Reino Unido, o quien sea, decida intervenir para que recuperes lo más elemental, tu dignidad como persona.
Todos debemos apoyar la ayuda militar internacional en estos casos, como el que está sufriendo Malí.
No podemos permitir que nuestros odios y rencor contra el imperalismo o el capitalismo, nos impidan salir en defensa de los derechos más elementales de la persona.
Debemos combatir el hambre y a los gobiernos corruptos que permiten que la gente se muera sin tener que comer; pero también debemos combatir a quienes toman esto como pretexto para oprimir, para aterrorizar y destruir las libertades y la dignidad del ser humano.
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