Me causa inquietud, asombro, el cúmulo de acontecimientos que se producen en nuestros días. Desde los atentados terroristas del 11-9 el mundo ha estado en convulsión. A un aficionado a la Historia y a la Geografía como yo no deja de emocionarle el ser testigo de cambios de esos de los que se habla hasta mucho después. Más se asombra aún el que a veces muchos medios de comunicación, inmersos en el frenesí de sucesos y en la búsqueda constante de una nueva noticia que capte la atención de la gente, rápidamente abandonen la cobertura del último acontecimiento y se ocupen del siguiente. Parece que a la prensa no le gustan los acontecimientos cuya vida rebase de los 7 días, pues temen que el auditorio se aburra. Y así a veces se olvida el que aún hay un movimiento separatista prorruso en el este de Ucrania, que Iraq, Siria y todo el Kurdistán viven un caos continuo, o que la gente en la franja de Gaza se encuentra en una situación muy difícil. Ya que esperanza que la prensa internacional le dedique la atención que merece la muerte de los 43 estudiantes normalistas de Iguala, pues si a la tragedia de los vivos poca atención le brindamos, menos a la de los que ya están muertos.
Entre tantas noticias me parece curioso que tanto me interese lo que pasa en Cataluña, donde mañana domingo 9 de noviembre de 2014 los catalanes, convocados por su gobierno local, votarán en un mal llamado referéndum si desean seguir perteneciendo a España o si prefieren que Cataluña se independice. Y digo que no es un referéndum porque para serlo tendría que tener validez jurídica, que no la tiene dado que no está previsto en la Constitución española, como tampoco ésta prevee que una región pueda separarse unilateralmente de España. Atribuyo mi interés por esa consulta a que en general me atrae la cultura española, y como no si como mexicano al menos la mitad de mi cultura me viene de la extrañamente llamada madre Patria. Podría tal vez también decir que la mitad de mi sangre es española, pero no quiero decirlo porque calcular porcentajes en cuestiones de sangre se me hace inexacto y de mal gusto, y porque me metería en el mismo saco que los que presumen de linaje como si el origen racial o étnico determinara si eres más persona que los demás, o si unas razas fueran superiores a otras, aclarando que no hablo solo de los que se sienten muy españoles, sino también de los que se sienten muy indígenas, en una suerte de extraño desvarío histórico por medio del cual muchos mexicanos se avergüenzan de llevar en la sangre algo de español y reniegan de toda la formidable riqueza cultural que nos legó España. Yo me siento orgulloso de mi herencia indígena como de la española, de la misma forma que si viviera en otra parte muy diferente del mundo también lo estaría de lo que me hubiera tocado en suerte heredar. Este principio que pretendo es de tolerancia me hace valorar todas las razas y todas las culturas sin poner una por encima de la otra, pues aunque algunas evolucionaron hacia niveles más avanzados de civilización, eso no hace a ninguna cultura, raza, pueblo o nación más valioso que otros en lo que realmente importa, que es la calidad de la persona, de cada ser humano que la compone. Hay países con una historia más destacable que otros, e incluso yo comparto la idea, tan poco compartida en mi país, de que históricamente no tenemos en México mucho de que presumir, pero también sostengo convencido que lo que ha sucedido y lo que sucederá en la vida pública de mi nación en nada cambia, ni para bien ni para mal, lo valiosos que somos todos los mexicanos. Y lo mismo defiendo y reivindico a todos los pueblos de nuestro planeta, ya sean españoles, rusos, chinos, angoleños, alemanes, árabes o camboyanos, y critico con todo el énfasis posible la discriminación que hacemos los ciudadanos del mundo de aquellos que no somos nosotros, como si al demeritar a los de allá nos enalteciéramos los de acá.
Pero sin desviarme de nuevo de lo que decía, siento lo español como muy mío, porque las costumbres, idiosincracia, religión, idioma, cultura en general y quizá más que otra cosa, problemas de España me resultan familiares. Como lo es también el intento separatista de Cataluña. El caso Cataluña me recuerda a Tejas (hoy, ya en inglés, Texas), que declaró su independencia de México en 1835, lo cual no estaba previsto en la Constitución mexicana y propició que el Ejército mexicano invadiera Tejas y luchara contra los independentistas hasta que éstos lograron la aplastante victoria de San Jacinto, en la que capturaron al general en jefe de las tropas mexicanas, y con ello formalizaron su separación de México. El caso Cataluña también me recuerda los referendos que se hicieron dos veces en Quebec y a mediados de este año en Escocia y que culminaron con la decisión de los quebequenses y escoceses de seguir perteneciendo a Canadá y al Reino Unido de la Gran Bretaña respectivamente. Aunque también hay una gran diferencia entre el caso Cataluña y los de Quebec y Escocia: en España (y en México) ninguna región puede separarse unilateralmente del todo, mientras que en Canadá y el Reino Unido, siguiendo ciertas líneas de acción, sí es posible.
El caso Cataluña, como todo asunto controvertido, se debe ver desde diferentes perfiles.
Primero. Según entiendo yo, el gobierno regional de Cataluña, su Generalitat, convocó a un referéndum que no está avalado por la Constitución española ni fue aprobado por el Gobierno español, y por lo tanto no puede llamarse referéndum ni tener validez legal. Solo puede ser denominado consulta y el resultado de la misma no puede tener validez legal alguna. Dicho de otra forma, cualquier acción de la Generalitat que derivada del resultado de esta consulta de mañana pretenda encaminar a Cataluña a la independencia es contra la ley y debe ser considerada un delito.
Segundo. La Generalitat ha engañado a gran parte (una mayoría quizá) de la población adulta de Cataluña al hacerle creer, por palabara u omisión, que si en el mal llamado referéndum gana la opción de la independencia, Cataluña podrá legalmente separarse de España u obligar legalmente a España a aceptar la independencia de Cataluña. Artur Mas y compañía saben bien que eso no es cierto y no es posible y están jugando con fuego al engañar o pretender engañar de esa forma al pueblo catalán. ¿Qué pasaría si gana en la consulta el "sí" y, como sería previsible, el Gobierno español no permite la separación de Cataluña? ¿Qué sientes tú como ciudadano si durante meses preparas un "referéndum" y sueñas con que tu "nación" será independiente, haces campaña, participas en mitines políticos, llega la esperada fecha del "referéndum", "logras" el triunfo y te dicen que de todas formas, le hagas como le hagas, no ganaste? Puedes sentir ira contra el Gobierno español; puedes incendiar algunos autos; o quizá, si estás demasiado enojado, si crees en la justicia de tu causa, y sientes que tu Gobierno (el español) ya perdió su oportunidad por las buenas, quizá quieras tomar las armas por las malas. Y todo por un gobierno regional, la Generalitat de Artur Mas, populista, que juega con la gente y con sus ilusiones. ¿Qué qué gana la Generalitat con este engaño que le hace al pueblo catalán? Probablemente ser los buenos y que el resto de españoles sean los malos. Y en las próximas elecciones locales, como ellos son los buenos, mantenerse con el voto en el poder. Y a esto llegamos, a unos políticos populistas electoreros, que saben que Cataluña no se podrá independizar, pero que con tal de ganar más elecciones locales generan odio, división, y probablemente hasta exacerben la violencia, como antes hubo tanta violencia en el País Vasco con el grupo terrorista ETA. A eso están jugando los políticos de Convergència i Unió (Convergencia y Unión), la CiU catalana.
Tercero. Uno podrá estar a favor o en contra de que Cataluña, si la mayoría de sus ciudadanos adultos lo desea, sea soberana. Pero creo que no puede uno estar a favor de lo que está haciendo CiU, especialmente de la forma en que lo están haciendo.
Cuarto. Toda nación tiene derecho a decidir su destino, o al menos eso creo yo. Es un derecho de todo pueblo decidir el gobierno que mejor convenga a sus intereses. Es un principio liberal que inspiró a los libertadores franceses durante la Revolución Francesa, a los fundadores de la nación americana de EEUU, a los padres de las patrias americanas como Hidalgo, Morelos y Bolívar, a Mahatma Gandhi y a todos los héroes libertadores de las naciones del mundo. Y aquí regreso, desafortunadamente al caso Tejas, y es aquí donde las similitudes entre Cataluña, Tejas y la mayoría de las naciones independientes del mundo se dan. ¿Tenía derecho México (o más bien, el virreinato de la Nueva España) de separarse de España? Yo creo que sí. ¿Tenía derecho la India de separarse del Reino Unido? Yo creo que sí. ¿Tenía derecho Tejas de separarse de México? Si quiero ser congruente con los principios que he expresado, yo creo que sí. ¿Tiene derecho Cataluña de separarse de España? Yo creo que sí.
Quinto. Hay que distinguir entre derecho legal y derecho natutal. Derecho legal es el que te otorgan las leyes de tu país. Derecho natural es aquel derecho intrínsecos al ser humano, los derechos inalienables que el hombre tiene por el solo hecho de haber nacido: derecho a la vida y a la integridad física, derecho a la igualdad, derecho a la seguridad, derecho a la propiedad, derecho a la libertad, derecho a decidir. En este contexto, podríamos decir: La Nueva España no tenía el derecho legal de separarse de España, pero sí tenía el derecho natural de decidir si quería seguir perteneciéndole o no. Como España le negó ese derecho natural, los mexicanos utilizaron diversas vías, incluida la guerra, para obtener su soberanía. India no tenía el derecho legal de separarse del Reino Unido, pero sí tenía ese derecho natural, que hicieron valer de diversas formas, principalmente pacíficas gracias al liderazgo de Mahatma Gandhi. Tejas no tenía el derecho legal de separarse de México, pero sí tenía ese derecho en forma natural y cuando el Gobierno mexicano se lo intentó negar, Tejas lo obtuvo a través de una guerra. Cataluña no tiene el derecho legal de separarse de España, pero sí tiene el derecho natural de ser soberana.
Sexto. Yo creo en el derecho natural de las naciones de decidir sobre su destino. Y por contrario sensu creo que todo gobierno tiene el deber de permitir a las naciones o pueblos que gobierna decidir su destino. Por extensión, es deber de todo gobierno asegurarse de que las leyes que rigen a ese país reafirmen el derecho natural de sus gobernados de decidir su destino. En otras palabras, el gobierno debe crear o modificar las leyes para que ese derecho natural de los pueblos también sea un derecho legal. Modelo de nación: derechos legales y naturales van de la mano.
Séptimo. Hay países que se han asegurado de permitir por la vía legal que las naciones que lo componen puedan decidir si desean seguir perteneciendo o no a la misma unidad política. Así llegamos a los felices casos de Quebec en Canadá y de Escocia en el Reino Unido. Lituania, Letonia, Estonia, Ucrania, Armenia y muchas otras naciones que estaban dentro de la unidad política que era conocida como Unión Soviética, felizmente lograron también su soberanía porque el gobierno de la URSS terminó convenciéndose de que ése era su derecho. Hay países que no han adaptado sus leyes para permitir la autodeterminación de sus pueblos. España y México, por citar los dos casos que me son más conocidos, pero sin duda, la gran mayoría de los países del mundo, tienen ese deber pendiente. Es nuestro deber como ciudadanos del mundo unir nuestras voces para lograr cambiar estas leyes, sus Constituciones, y se les reconozca a todos los pueblos y naciones del mundo, su derecho a ser libres y soberanos.